Verza; desde la repetición se llega a la excelencia
17Desde la repetición resulta posible llegar hasta la excelencia más absoluta. Es quizás uno de los caminos escogidos para recorrer ese espacio que conduce hasta la virtud. La insistencia en un lance determinado permite codificar y estructurar los movimientos para ponerlos en práctica de manera automatizada. El desafío impuesto implica motorizar comportamientos y pautas para fijarlos y retenerlos en lo más hondo del cerebro. El paso es complejo de ejecutar. Ya lo advirtió Aristóteles en la Antigüedad Clásica. “Somos los que hacemos repetidamente”. La cita mantiene plena vigencia, pese al inexorable paso del tiempo. Sucede en la vida y también en otros ámbitos de la existencia. La disciplina del fútbol no se aleja de estos parámetros que entroncan con conceptos derivados de la filosofía. Hay que volver al aforismo inicial para acentuar una tendencia que ejemplificó Verza en el transcurso del enfrentamiento que el pasado domingo midió al Levante y al Real Club Celta de Vigo en el Ciutat de València; desde la repetición se alcanza la magnificencia.
El sentido de esa sentencia queda encerrado en el desarrollo de la acción que significó el gol granota que puso las tablas en el marcador, aunque fuera de forma momentánea. El mediocentro se enfrentó a una acción de estrategia situada en el borde del área gallega. El jugador capitalizó la jugada. Cogió el balón con mimo. Lo colocó en la zona escogida, con la válvula hacia arriba, una marca de la casa, con una suavidad extrema y dio varios pasos hacia atrás para proyectarse hacia adelante y meter una sutil rosca. El cuero realizó un vuelo sedoso y diabólico hasta alojarse en el interior de la red de Rubén. En realidad nada era nuevo en la ejecución de la maniobra protagonizada. Verza se ha enfrentado en multitud de ocasiones a lo largo de su carrera a situaciones de una misma índole en diferentes encuentros adscritos a la competición. Se trata de un especialista en esta materia como quedó confirmado con hechos durante la evolución de la confrontación.
Sin embargo, las claves a esta manifiesta clarividencia se pueden rastrear en el desarrollo de los entrenamientos cotidianos. No hay que insistir en exceso en la búsqueda. El pasado viernes en una de las sesiones finales de la semana Verza desafió a esta suerte en las instalaciones de la Ciudad Deportiva de Buñol. Suele ser una norma en el trabajo. Junto a otros compañeros ejercitó este tipo de episodios susceptibles de materializarse en los duelos. El centrocampista calcó los tempos y la solución encontrada en tiempo real ante la escuadra celtiña. La cámara del Levante UD TV captó milimétricamente la secuencia para inmortalizarla. Y quiso compartirla con el grueso sus aficionados a través de las redes sociales. Inclusive decidió bautizar la acción como ‘Verzarazo’. El jugador preludió la actuación posterior ante la portería defendida por Jesús Fernández.
Y repitió con elegancia y delicadeza ante el arco defendido por Rubén en el estreno del campeonato de la regularidad. Es evidente que la satisfacción no fue absoluta. El gol, una diana de altura, no conjugó con el veredicto final de la confrontación. El hecho dejó un poso de cierta amargura en su interior. La alegría del gol contrastó con la crueldad del resultado definitivo. Todo fue efímero. No lo fue la ejecución de la jugada. Detrás de un gol de dimensiones hay multitud de pruebas y de ensayos en los entrenamientos habituales. Desde la repetición se puede llegar a la excelencia como decía Aristóteles. Es una afirmación que se sustenta a partir de lo sucedido en la jornada del pasado viernes en Buñol. En zona mixta el protagonista justificó este planteamiento. “Esta jugada se ensaya y con un poco de suerte sale. Hoy fue el día”.