Fuck the Oscars, el cineasta que cambió las películas por los videojuegos
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Josef Fares es un tipo apasionado. De los que no se muerde la lengua cuando tiene que expresar sus opiniones. Capaz de dejar a un lado una prometedora carrera como cineasta, varios años de experiencia y los elogios de la industria para dedicarse a los videojuegos porque es lo que le gusta de verdad. Tanto que en la ceremonia de entrega de The Games Awards del pasado año lanzó un polémico "fuck the Oscars" desde el escenario para demostrar en qué bando de esa hipotética batalla está él. Y eso que la academia de cine sueca llegó a seleccionar Zozo, su tercer largometraje, como la película candidata para representar al país en los Oscar de 2005. Eran otros tiempos, claro, aunque probablemente Fares, de origen libanés, hijo de un actor y con un hermano también intérprete, ya pensaba que "para mí entrar hoy en un apartamento en el que no hay una consola de videojuegos, es literalmente como ir a una casa en la que no hay cuarto de baño".
Después de dirigir su última película en 2010, Fares se lanzó a la creación de videojuegos y su primer título llegó un par de años después con Brothers: A Story of Two Sons, desarrollado con Starbreeze Studios. En 2014 fundó su propio estudio, Hazelight, desde el que ha lanzado A Way Out, un título que ya ha vendido más de un millón de copias. Ambos se centran no sólo en la jugabilidad, sino que intentan llevar algo más allá la experiencia emocional y la historia, investigando tanto en la forma narrativa como en la innovación en los modos de juego. Esta preocupación sincera de Fares por una forma de transmitir historias que él considera al menos tan válida como el cine, le ha llevado a contradecir incluso a uno críticos de cine más prestigiosos del mundo, Rogert Ebert, quien aseguró que los videojuegos no eran un arte. "No tengo nada personalmente contra él, pero eso fue... ni siquiera hablo con personas que dicen que los juegos no son arte. Ni siquiera tiene sentido. Es tan estúpido", aseguró en una entrevista.
Pero más allá de las bravuconadas de Fares ("están las personas apasionadas. luego las personas locas, y después estoy yo"), tras sus declaraciones incendiarias hay un verdadero creador. Uno de los que sí merece el calificativo de artista (de ahí tal vez su enfado) o al menos al que hay que reconocerle un esfuerzo por llevar a los videojuegos a otro nivel. En A Way Out, por ejemplo, se atreve a experimentar al proponer una aventura colaborativa en la que solo se puede participar si se juega con otro usuario. Fares cree que queda mucho camino por explorar en los juegos y él está preparado para hacerlo: “me siento más conectado al público de los videojuegos que al público cinematográfico y la razón es que soy más sincero conmigo mismo. Quiero llevar los límites de lo que se ha hecho hasta ahora más allá porque el potencial de los videojuegos es realmente enorme”.
Entrevista y edición: Iván Lobo, Azahara Mígel, Cris López
Texto: José L. Álvarez Cedena
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