¿Podrá Internet oír, tocar y ver a través de sensores? David Gascón responde
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En una entrevista para la revista JotDown publicada en enero de 2014, David Gascón, cofundador de Libelium, realizaba unas declaraciones poco habituales para un empresario: “Lo más bonito de mi empresa es que me ha permitido crecer mucho culturalmente. Quiero decir que si tengo que monitorizar el sonido no me vale con medir los decibelios, tengo además que entender los armónicos, qué ondas son, cómo se transmite. Se trata de discriminar, a la vista de los valores, el continuo de lo finito”. En un tiempo en el que lo normal es escuchar a quienes montan empresas hablar únicamente de dinero y balances, resulta extraño que uno de ellos valore el enriquecimiento cultural. Lo cierto es que Gascón, al igual que su compañera Alicia Asín, no es un empresario al uso. Desde Zaragoza Libelium ha conquistado el mercado internacional con el diseño y fabricación de unos sensores que miden, monitorizan y envían cualquier tipo de señal.
Alicia y David son exploradores tecnológicos. Y como tales exploradores, no tienen miedo al riesgo. Es más, disfrutan afrontando retos y jugándosela en el intento. Fue una de estas apuestas, la que les catapultó al éxito; llegó después del accidente de la central nuclear de Fukushima. En medio del caos y de las informaciones contradictorias que difundía el gobierno japonés, Libelium paralizó todos sus proyectos y comenzó a pensar y producir unos sensores capaces de medir los índices de radioactividad de la zona para enviar esos datos a Internet. Con la ventaja de que sus dispositivos -del tamaño de una tarjeta de crédito- evitaban cualquier riesgo para los operarios, puesto que podían ser lanzados desde un helicóptero. Los resultados fueron tan precisos que poco después la NASA incluyó unos sensores similares en un satélite para medir las radiaciones solares en el espacio.
En nuestro planeta las aplicaciones de los productos de Libelium son más prosaicas pero no menos importantes. Gracias a sus sensores se pueden prevenir incendios forestales, gestionar el aparcamiento en grandes ciudades, medir la salud estructural de un edificio, o racionalizar el consumo de energía eléctrica entre otras muchas utilidades. Gascón lo explica con una frase que, en su sencillez, disfraza lo complejo del envite: “queremos dotar de sentidos a Internet. Que pueda ver, oler y tocar”.
Texto: José L Álvarez Cedena
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